¿QUIÉN Y POR QUÉ PERSIGUEN A LOS TRABAJADORES INFORMALES Y PEQUEÑOS COMERCIANTES DE LA AVENIDA DEL MILAGROSO?
Tienen en la mira a los pequeños comerciantes
de la Avenida del Milagroso de Buga. Detrás de esta situación está Latorre
ejecutando la política de Santos sobre la recuperación del espacio público para
el efectivo aprovechamiento económico y la apuesta del perfil económico de la
ciudad en torno al turismo. Si los pequeños comerciantes y los trabajadores
informales no se movilizan masivamente, van a desaparecer del paisaje económico
de la ciudad.
Para el Gobierno de Latorre y la Cámara de
Comercio, la presencia de trabajadores informales genera un desgaste del
paisaje de la Avenida del Milagroso. Este asunto tiene dos problemas. El
primero la forma. El gobierno está tratando el asunto de la informalidad como
si fuese un problema de orden público, cuando en realidad se trata de una
realidad económica que afecta al 48% de los trabajadores vallecaucanos. El
segundo problema es que acabar con la presencia de los impulsadores de ventas
significa eliminar las condiciones de sobrevivencia económica de más de un
centenar de pequeños comerciantes. Lo anterior agudiza el problema de la
informalidad y el desempleo.
La Cámara de Comercio de Buga viene
trabajando desde hace años en consolidar un perfil económico alrededor del
turismo. En el año 2000 fueron protagonistas en el proceso de reubicación de
los vendedores que estaban ubicados en la plazoleta de Lourdes. Esta
reubicación permitió la recuperación del espacio público, en el cual la
Basílica realiza importantes actos religiosos y culturales. Son precisamente
estos vendedores, que en la actualidad están ubicados en la antigua casa Molina
o centro Comercial de los Milagros #1, los afectados con la persecución a los
impulsadores de ventas. El gobierno de Latorre es consciente de la inminente
afectación.
Luego de la protesta por la imposición de
comparendos a cuatro impulsadores, por un valor de 800 mil cada uno, el
gobierno local y la Cámara de Comercio les propuso a los impulsadores y a los
comerciantes lo siguiente:
1) Reducir la cantidad de promotores y formalizar
un vínculo laboral entre estos y los pequeños comerciantes.
2) Capacitación en el Sena para los trabajadores
informales con miras a desarrollar emprendimientos.
3) A los comerciantes la Cámara les propone
desarrollar una plataforma en redes sociales para hacer mercadeo y prescindir
de los impulsadores.
Estas salidas, lejos de resolver el problema
lo agudizan. Veamos porqué:
Primero,
la formalización laboral. Dado
de que se trata de pequeños comerciantes de artículos religiosos, restaurantes
y hoteles, estos no se encuentran en la capacidad económica para responder por
obligaciones salariales y prestacionales de un trabajador. Un trabajador en
Colombia le cuesta a un empresario al mes mínimo 1.2 millones de pesos. Si se
realiza un proceso de formalización, al final se queda sin negocio el
comerciante y sin empleo el trabajador. Van a terminar los dos engrosando las
filas del rebusque.
Segundo,
la capacitación para el emprendimiento. La Cámara de Comercio intuye un potencial emprendedor en muchos de los
impulsadores de ventas. Infortunadamente no se garantizan las condiciones
financieras y económicas para que los informales se conviertan microempresarios.
La resolución del mínimo vital para las familias no se hace con potenciales
cualidades, se hacen con bienes materiales.
Tercero,
la plataforma en redes sociales para el mercadeo. Dadas las condiciones de ubicación de los
pequeños comerciantes, no hay garantías de concretar ventas con la exposición
en redes sociales de la oferta de artículos religiosos. Esta puede ser una
herramienta complementaria, pero no sustituye el papel del impulsador de ventas.
El gobierno está aprovechando las discrepancias
entre los comerciantes que llegaron al sector después del año 2000 y los antiguos
vendedores de la plazoleta, en la actualidad ubicados en la casa Molina. Los
primeros deben pagar alquileres y servicios más caros, pero tienen la ventaja
de tener mejor ubicación. Por el contrario, los segundos, aunque pagan servicios
de administración bajos porque son dueños colectivamente de la casa e
individualmente de los locales, tienen una enorme desventaja por la ubicación
alejada del público. El Gobierno ha tomado partido en favor de los primeros.
La Cámara de Comercio con el respaldo del
Gobierno local que preside Latorre, está desarrollando proyectos enmarcados en
la política de las ciudades amables.
Esta política la trazó el Banco Mundial y la plasmó el Gobierno Santos en el
CONPES 3718 de 2012 (Ver documento). En el proyecto de ciudades
amables los trabajadores informales, llámense vendedores ambulantes y/o
estacionarios, le restan estética a los paisajes urbanos, pero sobretodo no
permite el aprovechamiento económico efectivo del espacio público, pues no
tienen condiciones financieras para hacer inversiones.
La recuperación de espacio público no es para
el disfrute de los ciudadanos, sino para estimular que inversionistas privados
paguen por el uso del espacio público para desarrollar actividades
comerciales. En este orden de ideas, las
iniciativas con más músculo financiero se apropian del espacio público. Mientras
tanto, los trabajadores informales deben ser desalojados con medidas
coercitivas, como los comparendos del Nuevo Código de Policía, y/o con el cobro
de tarifas por aprovechamiento.
No se deben extrañar los vendedores de
cholados, gafas y artesanías, los emboladores, promotores de ventas y los guías
de parqueaderos, si un día les dicen que les van a cobrar una tarifa para poder
trabajar en la Avenida del Milagroso. El CONPES 3718 de 2012 le da al Alcalde
la posibilidad de aplicar esta perversa medida y conociendo el talante del
mandatario, no demora en hacerlo.
El fenómeno del desempleo y la informalidad
es responsabilidad de la política económica que ejecuta Santos; el Nuevo Código
de Policía con el que persiguen a los compatriotas que viven del rebusque, fue
promovido por Santos y aprobado por los Partidos tradicionales, incluido el
uribismo; el CONPES 3718 de 2012 sobre el espacio público, hace parte de la
política económica y social de Santos. Estas medidas hacen parte del modelo
económico que se viene ejecutando sin interrupción desde el gobierno de César
Gaviria (1990 – 1994). Su esencia es reemplazar la producción y el trabajo
nacional por el extranjero, y reprimir sin tregua a los que reclaman justicia
social, trabajo digno y condiciones óptimas para la producción y el comercio
nacional.
Aunque es una política nacional, Latorre
puede tener un trato justo y respetuoso con los bugueños que se ganan la vida
con el comercio y el rebusque. Existen Sentencias de la Corte Constitucional
sobre la protección al trabajo informal (T-722 de 2003, T-067 de 2017, C-211 de 2017) . Aunque el Gobierno puede promover acciones para recuperar el espacio
público, está obligado a: garantizar el mínimo vital de los que ocupan el
espacio público y realizar el proceso mediante la concertación. En el caso de
los impulsadores de la Avenida del Milagroso no se está cumpliendo con estos
dos criterios.
Vecinos comerciantes y trabajadores
informales de Buga: sí no se movilizan en defensa del derecho al trabajo digno,
al mínimo vital y al desarrollo de la empresa privada, los van a borrar del mapa
del comercio local. Desde hace 27 años en Colombia se aplica la política de
favorecer a los inversionistas y a las mercancías extranjeras en detrimento de
la producción y el trabajo nacional. Ojo, vienen por todos.
¡Movilización,
movilización y movilización!
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