EN LA SEGUNDA VOTARÉ A CONCIENCIA: NI SANTOS NI ZULUAGA


La elección presidencial de 2014 se produce en medio de una aguda crisis económica, política y social, provocada por el Libre Comercio. Así lo ratifica la destrucción inminente de importantes sectores de la industria y de las distintas formas de la producción agropecuaria nacional, ruina que empuja a millones de colombianos a deplorables estados de pobreza y miseria, mientras tanto, una minoría con su suerte ligada al sistema financiero mundial amasa grandes fortunas gracias a la privatización de las empresas estratégicas de la nación, de la educación, de la salud, los servicios públicos y del sistema pensional. La lista de los atropellos que padecen los colombianos parece interminable, no así, la lista de los responsables.


El 25 de mayo compitieron por la Presidencia dos propuestas antagónicas, en método y contenido. La primera defendida por cuatro candidatos con diferentes estructuras políticas y un mismo fin: mantener y perfeccionar el modelo económico y político causante de la crisis del país; la segunda enarbolada por el Polo Democrático, impulsando la idea de cambiar el modelo económico y político imperante, como una condición esencial para recuperar el mercado interno, la producción nacional y todos los aspectos que garanticen calidad de vida a los colombianos. Esta última propuesta contó con el apoyo de cerca de dos millones de compatriotas, sin embargo, su candidatura no logró pasar a la segunda vuelta, en la que dos viejos aliados –Santos y Zuluaga- que comparten la misma filosofía económica y política están prometiendo el oro y el moro con tal de ganar. La lucha es por quién dice más mentiras para ocultar su naturaleza reaccionaria y la responsabilidad sobre la crisis que asola a las regiones del país. 

La desindustrialización del Valle es un hecho indiscutible. En 1990 el Valle aportaba el 17% de la producción industrial del país, en el año 2010 la participación solo alcanza el 12% aproximadamente. De igual modo es indiscutible que esta tragedia es el fruto del desmonte de la protección y el fomento estatal, de la avalancha de importaciones que inundan el mercado interno, provenientes de naciones con poderosas economías subsidiadas. Por cada dólar de productos que el Valle exporta, importa dos dólares. Y si se trata de la producción agropecuaria, la situación es infame. En 2012 por cada dólar de productos agropecuarios exportado, se importaron 52 dólares, circunstancia de la que no se salva ni la producción azucarera, cuyas exportaciones en 2012 cayeron en un 19.6%, mientras la importaciones crecieron en un 73.7%, amenazando con ello la agroindustria y la producción panelera de la región. Aunque el panorama es desolador, aún no faltan las consecuencias de la docena de Tratados de Libre Comercio que Santos ha suscrito. 

Esta destrucción de la producción industrial y agropecuaria, explica en gran medida por qué el desempleo juvenil en el Valle es del 30%, el doble del desempleo que agobia al resto de la población. Solo en Cali, en donde vive la mitad de la población del Valle, en el año 2013 se perdieron 14.000 puestos de trabajo, sin contar que el 45% de los ocupados lo están por cuenta propia. Un paseo por el centro de Cali ayuda a esclarecer la magnitud del problema social que trae consigo la destrucción de la industria y el agro. 

La salud pública en cuidados intensivos. En la salud, la intermediación de la EPS -aquellas a las que Santos les cambia el nombre para hacer creer que hay cambios- tienen en jaque a los Hospitales públicos del Valle. Al finalizar el año 2012 el déficit superaba los $ 105.000 millones, de los cuales, más de $ 85.000 millones correspondían al Hospital Universitario del Valle, única institución del nivel III en el suroccidente colombiano, el mismo que esta siendo desmantelado a través de la entrega en concesión de sus unidades más importante y rentables. Bonita manera de corregir la crisis, propio de los fanáticos del neoliberalismo. En síntesis, uno de cada dos Hospitales no tiene equilibrio entre los ingresos y los gastos. Los 56 hospitales públicos solo logra obtener el 83.6% de los ingresos para soportar los costos operacionales. A este paso, se han liquidado tres Hospitales (Cartago, Palmira y Buenaventura), en la lista están al menos 10, entre ellos uno de Tulúa y cuatro de Cali, incluido el Hospital Universitario del Valle.

En la educación pública, el atraso científico, físico y tecnológico por el que atraviesan las instituciones educativas, es el fruto del recorte a las transferencias para atender la educación, salud, agua potable y saneamiento que Santos impulso en el año 2001 como Ministro de Hacienda y que luego en 2007 fue ratificada y extendida hasta el año 2017 por Zuluaga cuando fue Ministro de Hacienda de Uribe. El costo lo paga la juventud. 

El 60% jóvenes en el Valle, no ingresan al sistema de educación superior, cifra aún más lamentable en el municipio de Buenaventura, en donde el 90% no pueden hacerlo. Una verdadera deshonra teniendo en cuenta que en el puerto está ubicada la Universidad del Pacífico, la más nueva de las universidades públicas del país y también la más olvidada por parte del Estado, pues en ella se suman todos los males creados por la Ley 30 de 1992. La mitad de los jóvenes que logran ingresar al sistema de educación superior van a instituciones privadas, un alto porcentaje hipotecan varios años de su futuro profesional por cuenta de los créditos que deben adquirir para poder sufragar los costos de la matrícula. Todo este drama por la falta de cupos en las universidades públicas de la región. 

En las universidades públicas del departamento la norma son las limitaciones y las restricciones. Con una población cercana a los 30.000 estudiantes en 11 sedes distribuidas por toda la geografía del Departamento, la Universidad del Valle, es la institución con mayor cobertura. Sin embargo, los estragos de la desfinanciación se cuentan por cientos: recortes y eliminación de los programas de bienestar universitario, recortes en las garantías de la planta profesoral, restricciones en los programas de investigación, deterioro y déficit de las instalaciones físicas y tecnológicas. Estas restricciones son exponenciales en el caso de la Universidad del Pacífico. Cada año las instituciones tienen menos recursos públicos y más recursos propios. En los últimos 10 años los recursos girados a la Universidad del Valle por la Nación aumentaron en un 13% frente a un crecimiento del 60% en recursos propios. Realidad que que en la Unidad Central de Valle, UCEVA, supera la ficción del realismo trágico. Pese a ser una institución pública, el 80% de los recursos lo aportan las estudiantes, quienes sufren el rigor de las limitaciones de una instituciones autofinanciada. 

La lista de atropellos que padecen los vallecaucanos es extensa y espantosa, razón suficiente para no respaldar a Santos o a Zuluaga, exponentes del modelo que le arrebata al país la dignidad. El que gane, que lo haga sin el voto de los auténticos demócratas, quienes hemos confrontado al Libre Comercio y sus atropellos con portentosas movilizaciones civilistas.

Por eso este domingo 15 de junio, votaré a conciencia, votaré en BLANCO. Así mismo, invito a mis compañeros, amigos, a la juventud vallecaucana y sus familias para que lo hagan.


CÉSAR COLLAZOS RICO 
Ex-candidato a la Cámara de Representantes.
Dirigente del Polo Joven en el Valle del Cauca.



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